#64: Hacer lista de las listas.

Ok. Me tardé. Ya. Lo admito. Ha sido un mes bastante agitado, entre idas a Los Ángeles a discutir el primer draft del guión, notas para el segundo, hacer el segundo, que fue una franca aventura, armar el rompecabezas del reparto, otra aventura de la que podría escribir una película. Pero ahí va, Amigos Imaginarios. Ahí va.

Y así, me escapo un ratito para hacer otro post, y es otro post inspirado por Marina de Tavira. Esta vez estábamos las dos tiradas en los cojines de su sala, porque los sillones son muy bonitos... y muy incómodos... y mientras sorbíamos una copa de la segunda botella de vino de la noche, a la que me había resistido hasta donde me fue civilizadamente posible por miedo al alcoholímetro que en efecto estaba en Churubusco y que no me paró nomás porque tengo cara de buena... le dije, más o menos, en la medida que me permite recordarlo el vino, lo siguiente:

"Vas haciendo una lista, en tu cabeza. Pero no lo sabes. Vas tachando cosas. Que tenías. Y ahora no tienes. Y un día, te das cuenta de que estabas haciendo una lista. Y te das cuenta que no queda nada por tachar. Y de que acabaste. Con algo. Lo que sea. De que no puedes seguirte haciendo pendejo. Y cierras tu libreta. Y te vas"

Y Marina me dijo: Eso podía ser el principio de una novela.
Y no sé si es o no el principio de una novela, pero sí sé que es una cosa que he venido pensando desde hace tiempo. Las listas. Las listas que hacemos, y que deshacemos. Para todo.

Nos enamoramos haciendo listas. Vas palomeando. Tiene los ojos. Te hace reír. Te sorprende. Te hace admirarle. Llevas dias sin pensar en otra cosa. Necesitas hablarle. Necesitas verle... y llega el momento, en que palomeaste todo lo que tenías que palomear, y tienes que arrancar la hojita, doblarla, ponerla en un sobre, y mandártela a ti mismo, para que te des por enterado. Para recibir el memo de que te enamoraste. Hacemos listas para saber cuándo llega la hora de mandar todo al carajo y empezar de nuevo. Para renunciar a una chamba. Para decidir hacer algo que siempre quisiste hacer pero has ido dejando para luego, para el rato. Y cuando completas la lista de excusas hasta que se te acaban, llega la hora de hacerlo. Juntamos listas de todo: películas favoritas, rolas favoritas, momentos favoritos, momentos jodidos. Primeras veces de todo. Últimas veces de todo. Amigos. Examigos. A punta de listas podemos definirnos. Podemos hacer un chismógrafo de nosotros mismos, para entender qué fuimos acumulando, qué fuimos perdiendo, y hacer una contabilidad cuando cumplimos años, cuando perdemos algo, cuando tratamos de entender cómo demonios acabamos donde estamos. Hacemos listas de deseos, sin darnos cuenta. Los vamos amontonando... tachando siempre demasiado lento.

No sé si a ustedes les contaron en la escuela, en la casa, en el pinche Catecismo, de ese libro en el que se escriben todos nuestros pecados, y todas nuestras buenas acciones, y al final, cuando llegas al cielo, tocas la puerta y te abre San Pedro, o cuando te pasan la cuenta del Karma, si eres Hindú, o cualquiera que sea la variación de la fe que te tocara, alguien revisa qué es más pesado; los pecados o las buenas acciones. Y te toca el cielo o el infierno. Reencarnar en estrella de Rock o en crítico de cine, según te hayas portado. Y eso, también es una lista. Pero de alguna manera me imagino más bien que el alma lleva bajo el brazo su libro de contabilidad. Y que es mucho más complejo que pecados y buenas acciones. Hay deseos insatisfechos, primeros besos, un chingo de cosas que no dijiste. Un mar de lágrimas. Películas y películas, rolas y rolas. Muchas tardes increíbles. Muchas madrugadas del carajo. Algunas recetas. Todas la bebidas que fueron tu favorita, alguna vez, desde Chocomilk hasta Pepto Bismol. Un putamadral de cosas que te dieron miedo. Y muchas que sí te aventaste. Y hacer el balance final de todo eso es bien pinche complicado. Y quién sabe qué carajos salga. Y quién sabe si te toque el cielo. Pero no te queda más que seguir haciendo tus listas, mientras sigas aquí abajo. Adivinando cómo andan tus cuentas. Y anotando. Y tachando. Y palomeando.

Para ilustrar, Jack Kerouac hizo una lista de cosas esenciales para escribir. Y creo que podría ampliarse y usarse para mucho más que sólo escribir. Pido perdón por adelantado de que esté en Inglés, pero me cagan las traducciones:


Belief & Technique
For Modern Prose
by Jack Kerouac

List of Essentials

Scribbled secret notebooks, and wild typewritten pages, for yr own joy
Submissive to everything, open, listening
Try never get drunk outside yr own house
Be in love with yr life
Sonething that you feel will find its own form
Be crazy dumbsaint of the mind
Blow as deep as you want to blow
Write what you want bottomless from bottom of the mind
The unspeakable visions of the individual
No time for poetry but exactly what is
Visionary tics shivering in the chest
In tranced fixation dreaming upon object before you
Remove literary, grammatical and syntactical inhibition
Like Proust be an old teahead of time
Telling the true story of the world in interior monolog
The jewel center of interest is the eye within the eye
Write in recollection and amazement for yourself
Work from pithy middle eye out, swimming in language sea
Accept loss forever
Believe in the holy contour of life
Struggle to sketch the flow that already exists intact in mind
Dont think of words when you stop but to see picture better
Keep track of every day the date emblazoned in yr morning
No fear or shame in the dignity of yr experience, language & knowledge
Write for the world to read and see yr exact pictures of it
Bookmovie is the movie in words, the visual American form
In praise of Character in the Bleak inhuman Loneliness
Composing wild, undisciplined, pure, coming in from under, crazier the better
You're a Genius all the time


(Ahhh... Se los dije!! Nomamenomamenomamen soy un pinche genio!!)

Un abrazo a todos.
Mientras sigo anotando.