Sin Ceros

¿Cómo pudimos perder, si éramos tan sinceros? Charlie Brown, 1963. Diario virtual ciertamente no diario y virtualmente incierto de Issa López, guionista y directora de Efectos Secundarios, Casi Divas y otras curiosidades, quien usa este espacio para no hacer el trabajo que debería de estar haciendo.

domingo, septiembre 24, 2006

Pagina 70, y aun viva...

Finalmente, Julio Marambio parece saber quién es, con lo cual yo estoy mucho más tranquila. Es curioso; la mayoría de los teóricos de guión aconsejan trazar todo hasta las lágrimas antes de lanzarte a escribir el guión en sí mismo; Saber todo del personaje, todo de la trama. Pero por otro lado, Stephen King que ni es guionista ni es respetado como escritor serio, aconseja no saber nada. Lanzarse contra el papel a madrazos, y averiguar en el camino quién es el personaje, y qué le pasa.

Regularmente hago caso de los primeros, y nunca del segundo; Efectos lo escribí después de un año de hablar y tallerear con los actores que harían a los personajes, decidiendo desde los apellidos hasta los signos zodiacales, pasando por películas favoritas, sueños recurrentes, todo. Pero este guión, que por el momento estoy llamando Acá pa' la Banda, y que es por encargo (eso quiere decir que no es una idea original mía, sino que me contrataron para desarrollarlo) lo estoy escribiendo siguiendo el consejo de Mr King. Hay varios motivos: Uno, prisa. Dos, como es el tercer guión profesional que hago en el género, y conozco tan bien la fórmula, sale casi de manera automática. Tres, me ha resultado muy revelador.

Claro que cuando aparece Julio, en la página 30, y rompe una guitarra contra la pared, y lo único que sé es... nada... el asunto resulta bastante menos genial y divertido de lo que augura Steve K.

Así que estar ahora en la página 70, después de un encerrón de todo el fin de semana, descubrir quién es este tipo, y porqué debería de volver loca a mi protagónica, es fabuloso. Una cosa que debo confesar aquí, y qué resulta por demás inquietante es que los galanes que escribo, invariablemente tienden a moverse hacia ser insoportables, peligrosos, un tanto psicóticos, de mal genio, y de pelo largo. Aclarando que nunca he andando con un hombre que reúna las características (aunque siendo estúpidamente joven me casé alguna vez con alguien que tenía el pelo hasta los hombros. Esas cosas pasan. Ni modo), es por lo menos preocupante. Marina de Tavira (Marina de Efectos) y yo, hemos desarrollado una teoría, y es lo que hemos dado en llamar el Sindrome Granchester. Por Terry Granchester, de Candy Candy.

Para aquellos que ronden los 30, lo siguiente puede tener sentido. Para los que no, refiéranse a una investigación Googleífica, y averígüenlo, porque puede aclarar muchas cosas sobre la psique femenina treintona.

De acuerdo con mi investigación conjunta con la señora Tavira, las mujeres se pueden dividir entre las que se enamoran de Anthony (Anzony, decía la babosa de Candy) y las que se enamoran de Terry. Las que se enamoran de Anthony, gustan de los mequetrefes detallistas, lindos, espirituales y comprensivos. Hombres sensibles, que regalan rosas. Las que se enamoran de Terry, se enamoran de los bastardos groseros, egoístas, misteriosos, atormentados y desgreñados. De los Heathcliffs del mundo, pues. Aclaro un punto: No es que seamos idiotas por completo; al final, los Terrys descubren que no pueden más con su pasión contenida, y caen en un beso arrebatador con las respectivas Candices que esperamos pacientes su toma de conciencia.

Todo lo anterior puede querer decir que:
a) mis referencias culturales son tristemente provenientes de unos monos japoneses.
b) mis referencias amorosas también, lo que es peor.
c) No he superado lo que aprendí a los 12.
d) canal 13 tiene la culpa de la mediocridad cultural de una generación de mujeres que siguen asustadas de la Hermana Grey.

Pero en mi defensa diré solamente: Terry es una mejora sobre mi amor anterior: Don Gato. Las implicaciones serían bestiales, si no fuera porque el Enemigo de Matute, era también una caricatura. Y que todos los niños de la escuela se rieron de las niñas enamoradas de Terry hasta que conocieron a Jessica Rabit. Y entendieron.

Sin más por el momento, y corriendo a escribir las 20 páginas que faltan:

Candy.

PS: No hay noticias sobre mi power book. Voy a tener que de verdad, hacerme bruja y mandar un hechizo contra alguien. Si tuviera el tiempo...

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lunes, septiembre 18, 2006

Fugitiva del deber

Tengo que reconocer que escribo aquí, sobre todo, cuando me estoy haciendo idiota para no escribir lo que tengo que escribir. Cuando veo la página del ScreenWriter (ya hablaremos algún día de los procesadores de texto para cine y sus desventuras) y no puedo poner una palabra más de lo que en este caso dice Julio Marambio, sobre todo porque -también tengo que reconocerlo- no estoy muy segura de quién es ese señor, y los personajes que hacen lo que se les da la gana, me dan miedo.

El caso es que estoy escribiendo esto, símbolo de lo mal que van las cosas por allá, con Julio y su Alto Calibre, de quien ya les contaré más tarde. Y me voy a centrar en la desdichada historia de un fin de semana del carajo, que empieza conmigo perdiendo mi computadora. Sí, sí, sí, caraaaaaajooooo!!! De verdad, mejor me hubieran quitado el coche. La perdí en el Manacar, viendo Solo Dios Sabe, y si me encuentro a Carlos Bolado le voy a cobrar mi power book, tan plateadita ella, tan bonita, tan llena de fotitos de Efectos, y tan... mía, me lleva!!! De veras que hay veces que dan ganas de ser bruja. Poder lanzar un hechizo rastrero que haga que al infeliz canchanchán mamotrete que me la robó, le crezcan las uñas para adentro, cada vez que toque el teclado.

Mientras, estoy escribiendo -evidentemente NO lo que tendría que estar escribiendo- en la computadora que Pedro-Ignacio -el de Efectos- me prestó.

Este fin de semana no sólo perdí mi Mac. Perdí una chamarra, una edición del Milenio donde me habían hecho una entrevista buenísima -porque resulta que el editor de Milenio es fan de Efectos-, perdí el tiempo descaradamente cobijándome en la excusa que ofrece el desconsuelo de perder mi herramienta de trabajo, y perdí el primer lugar en taquilla, cosa que no es sorpresa, y no debería ni de quejarme, porque nos ha ido de güevos, y seguimos acumulando. Lo importante es que la película se siga recomendando.

Otra cosa curiosa: que les pidan el autógrafo a los actores de la película. Como nos dijeron que hoy quitaban los espectaculares esos monísimos con Marina en su vestido rojo, corrimos a hacer el oso y sacarnos fotos enfrente de alguno. Pero sin cámara, desde luego. Terminamos sacando las fotos con el celular, y quedaron bastante pinches; ya las subiré en este blog, para que las vean.

El caso es que antes nos vimos en un Starbucks, porque ya nos rendimos ante la invasión de las corporaciones transnacionales y sus moka venti blancos, y ahí reconocieron a Marina. Y haciendo un recuento, a Pedro ya le pidieron el autógrafo en otro, y a Arturo, el gerente de otro le gritó el otro día que él también tiene un cuarto interior... de lo que hemos concluído que nuestro target es la banda de Starbucks. Qué jodido...

En fin. Me voy a hacer eso por lo que me pagan, para ver si compro una máquina nueva. Pronto escribiré más en este blog... y es lo que más me preocupa del asunto.

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miércoles, septiembre 13, 2006

Después de la tormente

Primero que nada justificar la distancia entre la última entrada y ésta. La aventura de pegarle al color en el positivo fue verdaderamente horrenda, y nunca 100% satisfactoria: Hoy, en pantalla, la película sigue sin verse como debiera, aunque en salas de pantalla mediana, se ve bastante decente.

La regrabación final fué un éxito, y si algo si quedó exactamente como debía, esa es la banda sonora. Si suena chido, la querida Efectos.

Ahora: El estreno. Eso sí, no lo enseñan en ninguna escuela de cine; primero, una gira de medios donde te la pasas de hotel en hotel -y no precisamente con los felices encuentros que podían esperarse de semejante descripción- de conferencia de prensa en conferencia de prensa, y de pre-estreno en pre-estreno, y no entiendes si a la gente de veras le interesa la película, o es que nunca pasa nada interesante en la nota de espectáculos que no envuelva a Niurka... y cuando menos te lo esperas y menos listo estás, te avientan en una alfombra roja.

Yo, que me he casado dos veces en mi cortísima existencia, puedo decirles de una vez, que es exactamente como una boda. Y cualquiera que les diga que se la pasó bien en su boda les está mintiendo; sales tarde, los zapatos aprietan, no hay brasiere que se vea bien con un strapless y te la pasas pensando que se te va a salir una desas, te pintan en chinga, te peinan en fa, se te olvida el desodorante, sales corriendo, hay tráfico, llegas al último, tienes que prentender que te la estás pasando bomba y no te mueres de miedo de lo que está pasando, sonreír, sacarte fotos, recibir felicitaciones, firmas un chorro de veces -en este caso son autógrafos, pero nadie entiende que eres nada más la directora, no actriz- y luego vas a una recepción llena de gente que no conoces, que te desea toda la suerte del mundo y en realidad le vale madres, nunca estás con quien quieres estar, y acabas muerta, confundida, medio peda y en la cama, sin ganas de hacer nada.

Y luego viene el estreno, que sí es de pánico. La única manera de definir esa espera del infierno, es la siguiente: Imagínate que estás esperando los resultados de un examen de VIH... durante un mes entero. Pasas por el estoy perfecta, todo va a estar increíble, la película va a ser un madrazo... al ya me llevó el tren, esto va a ser un fiasco histórico, en años por venir será la leyenda para asustar a los pequeños estudiantes de cine malportados. Y vuelta a empezar.

El viernes primero, diluvió en la ciudad de México. Detuvieron el informe. No había nadie en las calles, y los cines estaban vacíos; me consta porque hice un tour con los actores y el equipo por muchas salas... para no hablar de la comedia estúpida que nos estrenaron encima, la comedia pésima que seguía siendo un hit en cartelera, y la película de niños que los domingos resurge de las cenizas para quedarse con todos los boletos.

Y a pesar de eso, nos fue más o menos bien. El problema es que más o menos bien no es lo que esperábamos... y la angustia fue mayúscula... hasta que el lunes, la película escaló a primer lugar. Y se quedó sólidamente ahí hasta el siguiente domingo y el retorno de la película infantil. Hoy, llevamos 20 millones de pesos en taquilla, más de medio millón de espectadores, y somos el número uno... hasta el próximo fin, cuando la angustia vuelve a empezar... esto es horrendo. Pero al mismo tiempo, es maravilloso.

Estoy recibiendo mails de gente que ni conozco, para felicitarme por la película: hemos tenido crítica muy dura, y crítica que nos ama. Pero sobre todo, la gente está encantada con la película, la recomienda, la vuelve a ver. Y aquí seguimos. Neta, no se puede pedir más...