Sin Ceros

¿Cómo pudimos perder, si éramos tan sinceros? Charlie Brown, 1963. Diario virtual ciertamente no diario y virtualmente incierto de Issa López, guionista y directora de Efectos Secundarios, Casi Divas y otras curiosidades, quien usa este espacio para no hacer el trabajo que debería de estar haciendo.

miércoles, septiembre 19, 2007

Azafata o el Bloqueo que Vino del Infierno


El horror, el horror. El infierno de un bloqueo literario. Fuera de cuando Reforma se convirtió en una frontera infraqueable, y completamente aparte de todo comentario político (que todos los 13 000 000 de dioses Hindúes me libren de iniciar una controversia entre personas que, seguro, están de ambos lados de la linea Felipito Vs Peje. He visto amistades irse al carajo por tomar ese sinuoso sendero), creo que el bloqueo literario es el peor de los bloqueos.

Sí, bueno, están todas las opciones intestinales que tampoco discutiremos aquí. Y nadie quiere una arteria bloqueada, es cierto. Y las emociones bloqueadas pues tampoco están tan chidas. Y las memorias bloqueadas, y los suministros bloqueados, y bueno, supongo que si te avientan bloques, y mueres bloqueado, pues está del carajo.

Oquei, oquei. El bloqueo literario es un bloqueo bastante benigno, dadas las opciones.

Pero igual está del culo.

Es como ser alcoholico, pero sin el reventón; para solucionar el problema, primero tienes que admitir que lo tienes. Y no es evidente al principio. Uno se imagina que un escritor bloqueado es un alma atormentada, que está día y noche frente a la página en blanco, mordiendo el lápiz. Y no una guionista huevona que funciona así:

Te levantas tarde, y abres la computadora para escribir. Pero primero checas el mail. Y lo respondes. Luego lees las noticias del día, y los chismes del cine. Ves si hay comentarios en el blog. Ves si hay algo en Hi5, que es el invento más estúpido del mundo: coleccionas "amigos" como estampitas de Hello Kitty y jamás vuelves a saber de ellos, excepto cuando son unos freaks sin nada que hacer que te escriben cosas rarísimas, o actores desempleados. Ah, sí, y los chorros de "amigos" que te salen en Egipto (no, neta) que no hablan ni español ni inglés. Monísimo. Luego te da hambre. Bajas a meterte comida por la cara. Subes a escribir pero antes lees tantito... una novela o dos. Y luego empiezan las llamadas a los amigos, las idas a editar, las juntas, la ida al salón... y el guión bien, gracias. Y cada vez que lo "intentas", te dan ganas de morirte de hueva. Y te duele la cabeza nada más de pensar en los personajes. Y terminas escapándote con cualquier excusa. Y no escribes, y acumulas angustia. Y te preguntan cómo vas y dices que estás puliendo a un personaje complicado... y te vuelves a meter a la página de Reuters. Y cada vez la cabeza te duele más, y te da más hueva... y empiezas a preguntarte si el dolor de cabeza no será señal de un derrame cerebral, cosa que te salvaría de escribir. Y de pronto no suena tan mal lo del derrame cerebral. Y te empiezas a imaginar que agarras tu cepillo de dientes, tu perra y te largas a Vietnam. Y te haces sembradora de arroz. Y con tu búfalo de agua, no tienes que volver a escribir un sólo guión jamás. Y bajas por otra galleta. Y haces notas, eso sí. Chingos de notas... y no escribes ni madres. Y un día decides que es suficiente, y te sientas enfrente de la jodida computadora y no te vas a levantar hasta que salga. Y en eso te das cuenta de que llevas 40 minutos ahí sentada pensando en el trasero de alguien, y de que si sigues por ahí te vas a provocar, neta, un derrame cerebral. Y empiezas a sobreelaborar... quieres escribir la escena perfecta, sublime, soñada, que cambiará la historia del cine mundial, desde luego. Lees 10 guiones. Ves 30 películas. Y haces notas... y bajas un chorro de música, y te pasas horas en el iTunes store, y horas en YouTube, y ves una temporada completa de una serie de animación para adultos, y para este punto el dolor de cabeza ya se convirtió en náuseas de pura culpa. Y de pronto tienes una crisis, y estallas, y empiezas a escribir. Inspiradísimo, tú. Y te pasas tres días escribiendo la página perfecta... y cuando se la lees a alguien, tu opus magna, tu momento Kane de grúa sube por reja, bola de cristal rueda, un hombre susurra Rosebud... el alguien en cuestión, te dice amablemente que tu página perfecta es una mamada. Y te das cuenta de que en efecto, es una mamada... y vas de nuevo... y más o menos por ahí tienes que admitir que estás bloqueado. Jodida y malamente bloqueado. Y que la única manera de que se cure, probablemente, es que te amenacen con romperte las piernas si no entregas.... o en su defecto, los productores te empiecen a plagar de mails, llamadas, mensajes, gritos, para preguntar, muy casualmente, muy monos ellos CÓMO CARAJOS VAS CON EL GUIÓN QUE TE CONTRATAMOS HACE AÑOS PARA ESCRIBIR??? Y te des cuenta de que o entregas, o te mueres de hambre. Y que seguirte escapando a tragar galletas a la cocina no te va a mantener el resto de tu vida.

Y escribes.

Y no puedes dejar de escribir.

Hasta que entregas.

Hoy entregué.

GraciasDiosGraciasGraciasDiosGracias.

Se acabó.

Hasta que me llamen con las notas... y sea hora del siguiente draft.

Porque como cuando me pregunta la prensa: cómo se sabe que un guión está listo?

Cuando terminas de editar la película.

Y a veces la ves en el cine y te das cuenta de que aquella escena que pensaste que estaba resuelta... no era así. Y te encantaría, ahora sí, tener el chance de estar de nuevo frente a la página en blanco. A pesar de todo lo que lo sufriste, ahora quisieras que hubiera sido más.

Masoca que es uno. Cuando pienso que en efecto pude dedicarme a ser Sobrecargo...

Porque como dice Mimí en Efectos: Cuando eres Azafata no tienes que ser (hacer?) otra cosa. Te levantas, y te vas volando... y ya.

Para pasar a otro tema más doloroso aún, lo prometido es deuda, y a petición de Alice me eché un clavado en el baúl del horror para encontrar esto, que es una foto pésima y lo que sigue, pero algo ilustra del SmokingDeMiPapáLook (discutido en el post pasado) combinado con el TenisConMediaYFaldaDeVestirLook que no se ve pero se adivina. Para colmo de males, como que había visto demasiados videos de The Cars, y como toooodas queríamos ser Paulina Porizkova... (con, digamos, dudosos resultados...)

Ahora, un par de puntos que vale la pena señalar: El arremangue feroz del saco de mi padre, con lo cual me gané más de un grito. Los aretotototes de plástico comprados a la amiga que vendía delineadores azules, fotos de menudo y gummis en la escuela de monjas. Los lentes negros -pero negros, negros interior del ombligo de un gato negro, en una caja negra, en un coche negro en el fondo de una fosa común de la PGJ- comprados en San Cosme. La pulsera hindú de cobre que deja mancha verde en la muñeca, la camiseta marca trueno que le volé a mi hermano en un descuido, y haaaarto gel Super Punk pa' mantener el look de Sean Young de Tlatelolco.

Y lo peor de todo? Que me sentía So. Ña. Da.

El misterio era por qué nadie me pelaba.

Y esto es lo que pasa, niños y niñas, cuando alguien sin entrenamiento profesional se pone a diseñar. Nunca, nunca lo hagan en casa.




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