Sin Ceros

¿Cómo pudimos perder, si éramos tan sinceros? Charlie Brown, 1963. Diario virtual ciertamente no diario y virtualmente incierto de Issa López, guionista y directora de Efectos Secundarios, Casi Divas y otras curiosidades, quien usa este espacio para no hacer el trabajo que debería de estar haciendo.

sábado, agosto 30, 2008

Sirena de dos colas


Posdata al Post!! Encontré este secreto en Postsecret, que es un vicio mío. Si no conocen el site, visítenlo por favor... en cualquier caso, me pareció que este secreto, ilustra perfectamente lo que abajo cuento...



Antier fui a tomarme un café con la incomparable Marina de Tavira, y debo de decir, a pesar del amor inconmesurable que me inspira, la admiración total que le tengo, y lo poca madre vieja que es, que tiene ésta afición por el café frío, cremoso e importado, que me obliga a abandonar mis pretensiones de expreso sin azucar, y a terminar ordenando cualquier porquería personalizada, azucarada y sabrosota que es lo que en realidad también me gusta a mí, la neta.

Así que estábamos en un pinche Starbucks, muy contentitas y muy felices (como la abejita en Efectos), y entre el no mames que eso te dijo, el neta sigue con la misma novia y el a que no sabes a quién me encontré, yo me metí a pedir mi brebaje, porque llegué tardísimo, con eso de que ahora se me da por ir a todos lados a pata y con la Kanika detrás. De modo que Tavira ya estaba sorbiéndose el suyo con su popote verde.

Y entro yo a la "tienda" (porque así les dicen los socios. No empleados, socios) y mientras pido mi vicio, escucho a uno de los chicos de atrás del mostrador, con su mandil verde, decirle a otro: Ni hiciste contacto visual, ni nada. Y me imagino de inmediato los cursos de capacitación en los que les instruyen a mirar a los ojos al cliente, hambreado de cafeína y poco simpático, y preguntarle si quiere el café alto, (que es chico) grande (que es mediano) o venti (que es para nadar adentro). A ver, carajo. Es una marca de café inventada en Seattle. Qué hacen poniéndole nombres Italianos a las cosas? Espresso doppio machiato? no me chinguen. Si el café es originalmente Arabe.

Y así terminé sumergida en esta reflexión sobre el café corporativo. Sobre el café que acabó con todos los cafés. Sobre el café absurdamente sobrepreciado, que atrapó a toda la clase media del planeta, para atarnos a todos por siempre en el reino de la sirena de dos colas.

No me malentiendan. De entre los socios de Starbucks he conocido algunas de las más finas personas que imaginarse pueda... me han regalado tazas, traídas de lejanos países, macetas de violetas, biscottis varios... pero hay que reconocer que todo el fenómeno es curioso. Personalizas tu bebida, de entrada. Con lo cual, virtualmente te bajas los calzones en una taza de café. Está el intenso que al capuchino le pone triple shot. El buga bajo sospecha porque se le da por el jarabe de almendras. El alternativo del chai. El arriesgado que pide el machiato moca con menta, té verde y tazzo de zarzamora. La junkie del azúcar que quiere el caramel con crema batida, caramelo real, chispas de chocolate y jarabe de vainilla. Doble. Y no contentos con que lo pidas discretamente en el mostrador, luego gritan: Carlos, latte light triple shot canela! O... Issa, Venti descafeinado con leche deslactosada light y jarabe de coco! Para que tooooodo mundo sepa que andas nervioso, con insomnio, que subiste de peso y que tienes mala digestión, pero que te late chupar piñas coladas.

Y luego está el asunto de sentarse a tomárselo mientras hojeas la sección de Gente del Reforma, que es el único pedazo de periódico que siempre está por ahí. Y mientras escuchas algún jazzecito engañosamente sabroso, y sorbes tu tesis posdoctoral de café, te puedes enterar si Lindsay Lohan anda o no con su amiga la DJ. Información sin la cual, desde luego, no podías seguir respirando. Hastiado, botas el periódico y sacas un libro. Pero justo cuando crees que vas a poder leerlo entra una manada de chamacas prepúberes que mientras beben más o menos lo mismo que la Tavira, y no paran de enviar SMS´s, tienen el descaro de ponerse a gritar junto a tu oído cosas como: no mames que eso te dijo, neta sigue con la novia y a que no sabes a quién me encontré... que por supuesto no suenan ni la mitad de interesantes que cuando las decimos Tavira y yo.

Marcadamente alzas el libro anunciando que lees. Alzas una ceja. Alzas la mirada, varias veces, para señalar tu impaciencia... consiguiendo solo que la manada de Gremlins ignoren a la ñora del café descafeinado. O sea, tú. Y a su vez, alcen aún más la voz.

Derrotada, finalmente, te retiras. Pero sabes que volverás a los sofás de terciopelo verde, al jazz sabrocito, y al caramel machiato. Al contacto visual con el socio, que te preguntará, diligente, en qué tamaño quieres tu vicio. No hay escape. Y cuando no quede nadie en la tierra, habrá un mar de vasos blancos, con sus anillos de cartón para protegernos del largamente extinto calor del cafecito gringo, imperialista, culpígeno, personalizado con nuestro nombre, escrito con Sharpie, para siempre jamás.

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sábado, agosto 09, 2008

Notas antropológicas sobre la Condechi y sus habitantes, Pt 1


Lo que sigue a continuación es la parte uno de las notas de campo para un posterior estudio antropológico sobre los hábitos migratorios, alimenticios, reproductivos y de comunicación de la fauna natural de la zona de la Ciudad de México comprendida entre las Av. Patriotismo, Av. Insurgentes y el Circuito Interior, mejor conocida como la Colonia Hipódromo Condesa, o, para los nativos, Condechi, Condetch' o Coñuñi.

De acuerdo con mis observaciones durante los cuatro meses que llevo de habitación en la zona, la población de la Condesa está compuesta por cinco grupos principales: el Condechi-Condechi, que es el que realmente habita en la Colonia. El Condechi Guanabi, que vive en la Narvarte pero ha mimetizado su pelaje para fundirse con el entorno. El Clasemediero Extraviado, que es el que va a comer a los restaurantes de la calle de Michoacán, a chupar a los bares de Tamaulipas, y a comer tacos al Farolito a la una de la mañana. El Oficinista Condesero, que se distingue por el saco de náilon-rayón y su consumo de comida corrida. Y el Chupasangre Condesa, caracterizado por la guitarra, la maleta de ropa hindú, la adivinada de mano, la vendida de planta exótica o cualquier otra actividad dirigida a sacarle varo al Clasemediero Extraviado e incauto.

Por el momento nos centraremos en el Condechi-Condechi. Como en cada grupo mayor, este conjunto está dividido en subgrupos, que van desde el que tenía su casa desde antes del temblor, y la colonia le mutó alrededor, hasta el clásico especimen Condechi, o el No Mames Con El Condechi. Éste, típicamente, vive en un departamento rentado, que comparte con dos compañeros de cuarto, a los que llama rumis. En un esquema tradicional, dicho departamento estará decorado con elementos reciclados de las salas de las tías de cada uno de los rumis, excepto en el caso del infaltable Argentino, que no tiene tías a la mano. Algo de peluche rosa o atigrado, varias series de foquitos de navidad, por lo menos un santo o un Santo Enmascarado de Plata, por lo menos una silla Acapulco, un bean bag, dos futones, varios LP's, varias lámparas de papel de china, y reglamentariamente una referencia cultural a Mauricio Garcés, un mono japonés, y un poster ya sea de una película de vampiros de los sesentas, o de Won Kar Wai.

De los tres rumis, las estadísticas demuestran que:
Uno será mesero. Uno, estudiante de cine. Uno, artista urbano y de instalación. Dos, fotógrafos. Uno, actor. Uno, modelo. Los tres, mamoncísimos. Dos, andan en bicicleta. Uno es bisexual, y los otros dos lo niegan. Lo de las bicicletas, digo. De los tres, cuatro, harán Yoga. Dos están pensando hacer videoarte. Uno ya se les adelantó y en una pachequiza puso en tres televisiones los XV años de su hermana, negando, claro, que su hermana hizo XV años y que originalmente viene de Satélite. Uno es vegetariano. Uno trató de usar el tofu del otro como jabón, y dándose cuenta del error, lo volvió a poner en su cajita. Uno comía comida orgánica hasta que lo corrieron del Café de la Gloria, donde mesereaba, y ya no le alcanzó la lana para comprar mamadas ecológicas en el Green Corner. Uno tenía un hurón. Uno sacó al hurón a pasear en una peda y se lo comió el Xoloscuincle del vecino. Uno sospecha que el otro mató a su hurón. Uno le echa la culpa al Argentino. Uno se bronquea con el Argentino y se entera de que se cogió a su novia. Y a su novio. Uno Argentino le dice a otro que uno usó el tofu del otro de jabón. Para hacer las paces, los tres se van de reven al Patrick Miller. Pero uno pone caca del hurón muerto en los tenis Vans del otro. Uno pone volantes en todos los postes diciendo que otro es de Satélite. Uno se empeda porque le dicen el Sateluco y atropella con su bicla al Xoloscuincle del vecino. Todos le echan la culpa al Argentino. Uno Argentino tira los mat de yoga de todos en un basurero de los especiales para caca de perro que hay en el parque México. Uno se emputa y delata con migración al Argentino. Uno Argentino, antes de irse, les chinga a todos todas sus chamarras Puma, sus ipods con música de Amanda Miguel, Cepillín y los Ting Tings y sus playeras de Bruce Lee y Lin May. Uno no tiene que ponerse más que los Dockers que usaba cuando vivía en la del Valle. Uno se caga de risa tanto que otro le tira a la basura su colección de DVD's de John Waters. Uno y otro terminan a los putazos y cuando el departamento se pone en renta de nuevo, anunciándose en los postes y en los baños del Qi, los tres nuevos rumis se preguntan porqué la pared con el papel tapiz de Mauricio Garcés, que está tan chidito, tiene como... pedacitos de dientes enterrados...

En nuestra siguiente entrega de notas, describiremos los ritos de apareamiento del Condechi-Condechi No Mames Con El Condechi.



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