Sin Ceros

¿Cómo pudimos perder, si éramos tan sinceros? Charlie Brown, 1963. Diario virtual ciertamente no diario y virtualmente incierto de Issa López, guionista y directora de Efectos Secundarios, Casi Divas y otras curiosidades, quien usa este espacio para no hacer el trabajo que debería de estar haciendo.

lunes, octubre 30, 2006

Ruby Tuesday

Arturo Barba, o más mejor Adán en Efectos, es una persona por demás peculiar. Entre otras curiosidades, aparte de ser zurdo, medir 1.92 metros y ser fan de Bryan Adams (nadie es perfecto. Mr. Adams menos que varios) es un tipo muy necio. No contento con hacer mi vida miserable mandándome cuanta crítica negativa se encuentra de la película, criticando mis diálogos, mi estilo de edición y hasta mi postura corporal, decidió un día que si de verdad había un plan de reunirnos el mismo equipo de Efectos, para hacer otra película, era hora de empezar a trabajar. Aunque yo tenga los próximos 2 años copados de chamba, hoy era el momento de empezar de nuevo.

Voy a aclarar el punto: aparte de todo lo anterior, mi nunca suficientemente bien ponderado Arturo, es un tipo nada tonto: muchas cosas pueden pasar en 2 años, y no es uno ni seis millones los proyectos que quedan en el olvido, así que ponernos a todos a sudar con esto, hace que dejarlo morir sea casi imposible.

Y así, todos los martes, como hace 3 años cuando comenzamos con Efectos, nos reunimos los sospechosos comunes a tallerear una nueva historia, y nuevos personajes.

Lo interesante de este nuevo proceso, a diferencia de Efectos, es que ahora no estamos seguros de quién va a actuar qué papel; de entrada, sabemos qué papel no va a actuar cada quién, pero lo que estamos haciendo, por el momento, es explorar posibilidades.

Yo propuse la historia, y de nuevo, un esbozo muy esencial de quiénes son estas personas imaginarias. Y a partir de esto, ellos van construyendo, y yo tomando nota... hasta que hayamos generado el suficiente material para que me siente a escribir el guión.

El proceso es fabuloso. Es lo más cercano que conozco, pasados los 30, a jugar como cuando tenía 7 años; se trata de "a que yo era perenganito, y tú fulanito, y a que estábamos en una fiesta, y entonces, que llegaban los malos..." y empezamos. Y luego cambiamos, y ahora tú eres fulanito, y el otro perenganito. Y comparamos. Y es mejor, de verdad, que el Play Station, que ya es decir. Y pensar que luego me pagan por hacer esto...

En fin. Quería explicar aquí cómo empezó lo que estamos haciendo todos los martes... para ir haciendo una crónica de cómo progresa. Seguiremos informando.

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miércoles, octubre 25, 2006

A falta de Dios

El lunes 16 de Octubre, hizo un año exacto de que empezamos el rodaje de Efectos. Y hoy, en su octava semana en cartelera, fui a verla -por última vez en su corrida comercial- con 3 de los 4 actores, que son, para ahora, más que hermanos míos... no sé qué. No sé qué cosa se es cuando se es más que hermano. La cuarta es Ale, que no pudo ir, pero de todas maneras, estaba ahí.

Quedamos en unas pocas salas, en unos horarios más bien insospechados, pero increíblemente había bastante gente en la sala, y la gente que había respondía a la película. Y al salir la gente del cine les pidió a los actores sus autógrafos. Y ya pasado el terror del estreno, del éxito o fracaso en taquilla, de las críticas, de todo... no queda sino disfrutar una última vez de lo que hicimos juntos durante cuatro años. El fin de una época. Y cantamos las canciones, nos reímos de los errores, nos pateamos entre los asientos, comimos palomitas, imitamos los diálogos de Ale en quinceañera, las caras de Marina cuando ve el cartel del Yate, las líneas de la Llaca, que es algo así como nuestro ídolo personal, -a nadie le sale como a Arturo. Ni a la Llaca, con perdón y muchos besos para Paty-... y nos quedamos hasta el último crédito en pantalla. Y se acabó. Se acabó. Bienvenidos al resto de nuestras vidas.

Y de regreso a casa, manejando un coche que me endrogué comprando, escuchando a todo volumen un disco de David Gray, en la ciudad vacía de martes moribundo a la media noche, esperando la luz verde, me solté llorando. Porque no puedo pedir más de lo que tengo, y porque soy ridículamente feliz, y porque me siento tan, tan tan agradecida, que no sé ni cómo borrarme la sonrisita cretina de la cara.

La naturaleza de la felicidad es bien curiosa. Cuando llega viene acompañada de esta tristeza adelantada de saber que se va. Adivinamos la muerte, creo, en todas las carcajadas. Pero si no, no sería lo que es. Así que bienvenida, con todo y lágrimas.

Y a falta de Dios, en mi ateísmo necio, uso este espacio para decir gracias. Gracias, gracias, gracias.
Todo tiene Efectos Secundarios.
Sin duda.
Y que vengan los que siguen!

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lunes, octubre 16, 2006

Lopez Vs Tecnologia

Ha llegado la hora de admitirlo: soy una persona tecnológicamente desafiada. Ese es el término políticamente correcto para decir que soy una perfecta pendeja con las máquinas. Como decir que un ciego está visualmente desafiado; de la misma forma mi exmarido solía decir que yo estoy verticalmente desafiada. Eso quiere decir que me caigo con frecuencia, no que me la paso en la horizontal, aclaro para aquellas mentes que están desafiadas para la decencia. Desgraciadamente. Y eso va por la horizontal, la decencia, y mi estupidez con los circuitos, todo junto.

Explico: A pesar de estar haciendo un esfuerzo meritorio para aparentar que soy una ficha con la computadora, y tener a varios de mis cercanos impresionados con la falsa ilusión... no. No he podido subir una pinche foto a este blog, por ejemplo. Pero a últimas fechas mi caso se ha vuelto verdaderamente alarmante.

La historia comienza con mi pérdida de un celular rosa monísimo, motorola, de esos HelloMoto, en un Sanborns de Guadalajara, porque el Intelectualmente Desafiado de Arturo Barba -Adán, en Efectos- se puso a jugar con él en la mesa, mientras promocionabamos la película por allá. Y allá lo dejé de recuerdo, con todo mi amor para Jalisco. Entonces fui y lo sustituí por otro lindísimo, supereslim ultramusical multifuncional y la octava maravilla envuelta en huevo. Ah, y que cada vez que hablaba con él se oian más chiflidos que en el informe presidencial. Entonces voy y lo cambio, arrastrando a la pobre de Alejandra Gollás en el intento, y haciéndola jurarle al pobre individuo de Telcel que el famoso teléfono no servía ni para detener la puerta abierta. Estoy muy contentita, muy feliz estrenando otra vez celular, cuando voy y perdo mi computadora. No abundaré aquí, porque me temo los tengo a todos más cansados con eso que con el Voto por Voto. Pero no tengo computadora. Viene Pedro Izquierdo -nótese cómo he involucrado uno a uno a todo mi reparto en mi decadencia tecnológica- y me presta la suya... y se mutantea y ya no reconoce jpg's, ni videos. Así que en una de estas tengo que plancharla y volverle a poner el Sistema Operativo. Estoy consternada con esta situación cuando se me cae mi doblemente nuevo celular al escusado. Sí, como lo oyen. Me fui a Cancún, a un congreso en Xcaret, me la paso junto al mar cuatro días, y no pasa nada. Pero vuelvo a mi casa y tiro mi celular en el water. Divino.
Total, se seca la cochinada esa. (aclaro que el water estaba limpísimo y antes de usarse. Hay algo de protección divina, todavía, supongo) y ahora no cuelga. Así que si llamo, tengo que aplicar el "cuelga tú" "No, cuelga tú, ándale..." como tarada. Pero eso es si me contestan. Si no, tengo que dejar mensaje a güevo -mensaje que frecuentemente dice: "Carajo... ¡No puedo colgar esta porquería! ¡Me lleva! ¡NO, no puedo quitarle la pila porque... mmm... nggg.... aahhh..." y así sigue. Si les pasa, es que era yo, no una grabación telefónica para extorsionarlos.- y aún después del mensaje, no se cuelga... y sigo esperando que se acabe la llamada. Como Penélope pero la versión de Carlos Slim, supongo.

Ah, pero no acaba ahí mi aventura. Ayer perdí el internet inalámbrico. Y mientras batallo con eso, cambio el celular -harta de dejar mensajes por el mundo- por uno del 2000 que encontré en un cajón. Uno que todavía no tenía ni colorcitos en la pantalla. Y cuando lo hago, al tratar de guardar mis teléfonos en el SIM, los borro todos. Sí, todos. Y como no los tengo en la computadora porque JA! No tengo computadora, pequeño detalle!!! ahora no puedo llamar a nadie.

Y en este silencio espeso me doy cuenta de que en algún momento del camino me convertí en la mujer que depende del I-pod con su I-trip, la powerbook, el memory stick, el celular con bluetooth, el manos libres inalámbrico, el Airport, el Polar para calcular mi frecuencia cardiaca cuando corro, el VideoOnDemand, el directorio virtual, el I-disk, mi site, mi blog, mi Screen Writer para trabajar, mi cuenta de correo electrónico -o las tres, más bien- las doce búsquedas de google reglamentarias al día, para las referencias en mis guiones, y hasta el messenger.

Qué pasó con los buenos viejos días en los que nos sabíamos los teléfonos de la gente? En los que un cuaderno nos bastaba para escribir las ideas? En las que si te buscaban, dejaban un recado en tu casa? Qué pasó con consultar el Tesoro de la Juventud, o la enciclopedia Salvat??? Quién demonios nos dice que Wikipedia tiene todas las respuestas???? Por qué sólo existimos si estamos en Google???

Por qué no me casé con alguien que sepa de computadoras, Dios mío?????
Pero Dios no contesta. En su messenger, sólo se ve el signo del relojito...

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jueves, octubre 05, 2006

Archie y el Viagra

Con todas las entrevistas que hemos dado para Efectos, me he encontrado diciendo y volviendo a decir que los personajes viven una adolescencia tardía, unos catorce años interminables, que les duran hasta los 30. Marina misma dice que siempre tendrás 18. Somos un nuevo tipo de Peter Pan; no niños para siempre, sino adolescentes. Se le podría llamar, quizás, un síndrome de Pito Pan. Y está chido... pero voy a dedicar esta entrada a enumerar algunas de las desventajas de ser un eterno adolescente.

1- Qué patín con el acné después de los 30??? Carajo, nos prometieron que se nos iba a quitar, y aquí estamos, untándonos clearasil en unas partes de la cara, y crema antiarrugas en otras. Mi mamá no tenía acné... qué demonios nos pasa? Es tanto pinche canderel que nos metemos por la cara? El uso del celular, el control remoto, la luz del monitor de la computadora??? Lo dudo. Entonces no me saldrían en las... dejémoslo ahí.

2- Porqué seguimos malviajándonos con inseguridades pendejas? Si le marqué yo, y no me marcó él. Si no me regresó el recadito del celular de inmediato. Si no me llaman a la mitad de la lectura de guión para decirme que soy un genio. Si todo el mundo NO ama la película. Si alguien no te saluda. Si alguien te saluda demasiado efusivamente. Por qué me ven así? Seguro que me brilla la nariz. O tengo mal aliento. Y no traigo chicles. Si el asiento de junto a mí en el micro está vacío y nadie lo toma. Si pensé que estos pantalones se me veían divinos, y ahora, en el espejo del baño del cine, tengo caderas de tin-larín. Si, si, si...

3- Nos ponemos unas pedas de toda la noche. Media botella de tequila, tres vodkas, y hasta la botellita de vino del minibar del hotel. Nos desvelamos hasta las seis de la mañana... y al día siguiente nos acordamos de que las crudas aumentan con los años. Y que a pesar de tu espíritu preparatoriano, tu hígado sí es muuuy maduro, y no piensa lidiar con la intoxicación alcoholica que te metiste por la cara.

4- Pasamos de la tercera década, y seguimos siendo fashion victims; y creánme, el dijecito de osito en el celular rosita, el pantalón abajo del comienzo de la raya del trasero, la faldita de egresada de RBD y los pants pastel... se ven de la chingada. Lo sé por experiencia propia.

5- Seguimos pensando que Archie es de nuestra edad. Ajá. Lo que no entendemos es por qué sus problemas son si sale con Betty o Verónica, y no calvicie, subempleo y disfunción eréctil.

Todo lo anterior para no hablar del me sigo enamorando de los guapos nada más por su carita y su colita, me dan ganas de llorar cuando oigo canciones bonitas, sigo hablando de más, no sé decir que no, me creo cualquier mentira y sigo teniendo sueños de hacerme estrella de rock.

Por lo demás, todo en orden...

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